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Reflexiones

Leer y entender es algo; leer y sentir es mucho; leer y pensar es cuanto puede desearse.

Jesucristo

Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 

Mateo 16:15

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Tal vez la pregunta más importante que podemos hacernos hoy es esta: ¿Quién es el Cristo? pues de esa respuesta depende nuestra eternidad misma. Jesús nos confronta hoy de la misma manera a todos y especialmente a todos aquellos que decimos seguir a Jesús. ¿Quién es Jesucristo?

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Para muchos que le conocieron pero que no pudieron ver más allá del delantal sucio de carpintero y la piel morena por el sol, Jesús solo era el hijo de José y María. Para otros que le vieron y escucharon, solo era un milagrero.  Un Mesías reciclable. Y para algunos, aún en este tiempo, Jesús de Nazaret continua siendo eso, un montaras del norte que hizo cosas buenas y nada más. 

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Descubrimos que así como hay rostros en el mundo hay opiniones variadas sobre el Cristo. Pero, no es tanto el concepto que tengamos sobre él, sino, qué decimos de él. Esa es la pregunta más retórica de todas. ¿Y nosotros que decimos de él? ¿Decimos algo al menos? ¿O ya se nos olvidó hablar de él?

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Y vosotros, - dice Jesús.- ¿quién decís que soy yo?

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Me doy cuenta que en la medida que lo conozcamos hablaremos de él. Si lo conocemos, él será siempre nuestro tema de conversación sin considerar eso como fanatismo. Sino amor.  Porque al que más se le perdona más ama. 

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¡Qué pregunta tan solemne! ''Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?''

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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 

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Romanos 10:9

El Tesoro Escondido

Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.

Mateo 13:44

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Hace algunos años, mientras estaba en la universidad. Llego a nuestro salón de clases una norteamericana de unos 50 años para hablarnos sobre Dios. Y nos contó esta siguiente historia:

 

 

Al norte de Estados Unidos vivía un granjero llamado Jafet, quien era un buen esposo, un excelente padre y un gran vecino de aquella comarca.  Su estilo de vida era sencillo y humilde. Parecía que Jafet había encontrado la felicidad en aquella forma de vida. Pero no era así. Un día regreso a la comarca un viejo amigo y vecino de Jafet que hacía mucho tiempo había salido de su casa en busca de tesoros por el mundo. Y cuando Jafet lo vio quedo asombrado por completo pues venia ostentando todo tipo de riquezas y lujos. Esa misma noche Jafet y muchos otros conocidos fueron invitados a una gran cena de bienvenida para aquel antiguo amigo. Y fue en ese mismo momento donde se dio a conocer el secreto de la riqueza de aquel hombre. Cuando le preguntaron a que debía tanta riqueza y comodidad, el hombre saco de su chaqueta una bolsita oscura de terciopelo y entonces se los mostro. Eran unas pequeñas piedritas brillantes como gotitas de sol en su mano, parecían tener luz propia en ellos- son diamantes- dijo y los volvió pronto a guardar. 

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Aquella noche no pudo dormir pensando en los diamantes, de hecho durante un tiempo había perdido el ánimo de hacer las cosas y la vida se le volvió monótona. Su corazón quería algo mejor, algo más agradable que su granja, sus ovejas y ''su choza'' como la había comenzado a llamar. Él quería lo que su amigo había conseguido aparentemente sin esfuerzo. Él quería diamantes. Un día de tantos, ya cansado de su estilo de vida decidió vender la granja, abandonar a su esposa e hijos y salir a buscar diamantes por todo el mundo. Lamentablemente, nunca encontró un diamante. Y en los últimos momentos de su vida, se lamentó por haber vendido su granja, dejado a su esposa y abandonado a sus hijos. Lo que Jafet nunca escucho, es que al granjero a quien él vendió su granja encontró diamantes en su terreno un día mientras daba de beber a sus ovejas en el río.

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Esta parábola de Jesús nos enseña a valorar los tesoros que otros consideran basura. El Señor Jesús le puso un precio a tu alma y ese precio es su propia sangre. Cuando para otros tu vida no valga nada, recuerda que para Cristo tú puedes ser un tesoro. Pues las cosas son especiales si las hacemos especiales. Y eso es lo que hizo Cristo Jesús cuando murió por ti en la cruz y resucito de los muertos, hacerte especial para él si tú se lo permites. 

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Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré. 

 

Malaquías 3:17

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El Payaso

Todos los días se subían al bus de la Ruta 7, la que va hacia el hospital Mario Catarino Rivas, unos payasos cuyo único objetivo era arrancarles una sonrisa a las personas que íbamos en el bus. Sus caras pintadas con grandes sonrisas y ojos grandes ocultaban sin embargo, otra cara que a veces muy pocos conocían y podían ver. 

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Yo me di cuenta de la otra cara del payaso  un día en mi trabajo que accidentalmente me tope con un poema ingles muy conocido y muy antiguo, llamado en español ''Reír Llorando''.​​Es la patética historia de un payaso llamado Garrik muy famoso en la antigüedad por hacer reír a todo el mundo pero trágicamente muy infeliz. 

Y aunque Garrik busco los médicos, no encontró la cura para su gran infelicidad. Porque como alguien dijo ''Nada cura lo que no cura la felicidad'' Ahora cada vez que veo a los payasos que se suben a la Ruta 7, a robar sonrisas en vez de carteras, pienso en sus penas y sus problemas. Cada uno tiene que hacer mano de la pintura para ocultar  sus penas y cumplir así su misión en el mundo. Hacer reír a muchos, aun que a ellos les toque llorar. Esta patética realidad es también una verdad de la vida en muchas personas. 

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Muchas personas son como ese payaso, que nos piden amablemente una colaboración a cambio de una sonrisa. Muchos ocultan sus penas y sus dolores antes de salir a la vida para intentar ganársela un día más. Y aunque aparentan felicidad a otros, ellos saben que son infelices por dentro. Y nada en esta vida les puede dar consuelo y felicidad. Y se ahogan en los placeres de este mundo y es sus pecados, lo que termina siendo contraproducente para ellos mismos. Y lentamente se sumen más y más en la tristeza, en la miseria e infelicidad. Si tú eres uno de ellos déjame decirte que la felicidad verdadera solo se encuentra en Jesucristo. Yo lo sé, porque yo también fui como Garrik, nada me hacia feliz, hasta que conocí a Jesús. Y fui salvo de mi propia miseria. Tú también puedes serlo si tan solo acudes al Médico de médicos que puede hacer feliz a las personas a un en los momentos más difíciles y en las miserias más extremas. Si quieres ser feliz, ven a Jesús y feliz para siempre serás. Recuerda solo necesitas una fe sencilla para ser salvo. Solo tienes que recordar que Cristo el Señor murió por ti y por mi en la cruz del Calvario y sufrió por nuestros pecados. El llevo nuestra infelicidad y nos dio el gozo de la salvación. Ahora Cristo está vivo porque resucito al tercer días después de haber sido sepultado y quiere darte verdadera felicidad. Solo tienes que confesarle como Señor de tu vida y serás salvo. Una fe sencilla es lo único que necesitas para ser salvo. Una fe sencilla pero en una persona especial como es el Señor Jesucristo. Como alguien lo dijo: Es sencillo ser feliz. Lo difícil es ser sencillo. Como la fe de un niño. 

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No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.

 

Nehemías 8:10

El Sonido de los Instrumentos Rotos

Durante sus últimos días de su vida el gran músico y compositor alemán Ludwing Van Beethoven paso tocando un piano roto, sin cuerdas y teclas malas mientras lloraba. Pero lo mas insólito de todo era que él ya había quedado sordo y no podía escuchar nada. Sin embargo Beethoven compuso la Sinfonía más famosa de todas en su vida, la Novena Sinfonía. Uno de sus conocido dijo: ''Beethoven no escuchaba el sonido que daban las teclas malas y rotas. Sino el sonido que alguna vez  dieron o que quizás podían volver a dar.'' 

 

En la vida de igual manera las cosas rotas suelen perder su valor inicial. Cuando un florero, un vaso, un plato, una tasa o un juguete se rompe es desechado o guardado en el baúl del olvido. Pero no así en el mundo espiritual. Para Dios las cosas rotas, quebradas y manchadas tienen un gran valor ante sus ojos.  Sin darnos cuenta nuestras vidas son como violines rotos olvidados en la bodega del olvido, viviendo en soledad y dando el único sonido del corazón: el silencio.  Caminamos cada día hacia el trabajo en silencio, tomamos nuestros alimentos en soledad silenciosamente y con la cabeza mustia. Nuestro corazón ha perdido su brillo inicial de la vida, se ha perdido el color de las cosas buenas y cada día solo esperamos sobrevivir y seguir respirando un poco más. Hemos sido utilizados por el pecado y este nos ha desechado en la miseria y la soledad. No valemos ni un cinco en este mundo vanidoso. El tiempo nos ha hecho más débiles, enfermos, lentos y torpes. Y un día, somos despedidos. Somos remplazados, somos olvidados y quedamos solos dando la única nota que podemos dar... un silencio profundo y eterno. Hasta quedar callados los corazones. 

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Pero Dios es experto en restaurar vidas y devolverles la dignidad, la alegría y el valor que el pecado había perdido en nosotros. El Señor Jesús es el Maestro que toca las vidas y las transforma en instrumentos dignos para su gloria. El toca nuestras vidas y nos perdona. Nos toca con esas manos santas que hicieron tanto bien en este mundo malo. Con esas manos que tocaron instrumentos rotos, vidas destrozadas, olvidadas y menospreciadas. Con esas manos que sanaron enfermos, resucitaron muertos, limpiaron leprosos y levantaron personas del suelo. Con esas mismas manos que fueron clavadas en la cruz por ti y por mi, por todos. Sus manos tocan vidas y salvan. Sus manos aun están disponibles para el que desee ser tocados por ellas.  Esas manos son las únicas que pueden quitar el silencio del alma y la soledad del corazón. Solo esas manos del Señor Jesús pueden devolverle el valor y la dignidad a las vidas de los hombres y las mujeres. Solo el Maestro puede hacer de nosotros la mejor versión y dar un sonido agradable para Dios y los hombres, en este mundo y la eternidad. Las manos del Maestro Jesucristo están vivas porque resucitaron y siguen transformando vidas con su toque especial. Sacando del olvido a las personas y dándoles un propósito para vivir y una melodía que dar para siempre. 

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Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

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Mateo 8:3

El Evangelio

En la antigüedad no existían los medios de comunicación masivos los cuales poseemos en la actualidad, esto dificultaba mucho el flujo de noticias e información. Pero los reyes encontraron una manera de llevar sus decretos a todos sus súbditos de una manera eficiente. Ellos enviaban un mensajero especial junto con un rollo de libro sellado, el cual contenía el mensaje que los reyes querían dar a conocer. El mensajero se paraba en la plaza central y puesto desde un punto alto pregonaba el mensaje a todos los cuales estaban en la obligación de escuchar y obedecer. Cuando aquel mensajero traía buenas noticias gritaba con fuerza ‘‘euangelion’’ lo cual significaba Buenas nuevas o en un lenguaje más actual significa Buenas Noticias.

Jesús el Hijo de Dios como el Rey de reyes y Señor de señores nos ha enviado a pregonar por todas partes y a toda persona El Evangelio de Jesucristo. Es decir la Buena Noticia que él nos encomendó. Esta buena noticia es resumida por el Apóstol Pablo (uno de sus principales mensajeros) en la obra que Jesús el Señor realizo para salvar a la humanidad perdida y condenada por el pecado y la muerte.

En la primera carta a los Corintios, en el capítulo 15 y los versículos 1 al 4, el apóstol Pablo dice que la buena noticia de Jesús el Señor es que Cristo:

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  1. Murió por nuestros pecados

  2. Fue sepultado

  3. Resucito al tercer día

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Sin esta obra completa ningún ser humano pudo, puede, ni podrá ser salvo jamás. Y que aparte del evangelio no existe otra forma de ser salvos.

Arrepentirse de sus pecados y creer en el evangelio es lo que Dios el Padre demanda de todos para que puedan ser salvos. Un arrepentimiento genuino que nos haga reconocer nuestra culpa delante del Dios santo y una fe verdadera que nos mueva a confesar con la boca (Romanos 10:8-12) que Cristo murió por nosotros y resucito para justificarnos delante de Dios.

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De esa forma la salvación se resume en un mero acto de fe y plena confianza en el evangelio.

Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando

el evangelio del reino de Dios, diciendo: 

El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.

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Marcos 1:14 y 15

Esclavo Por Amor

Hace mucho tiempo, un hombre muy rico de Inglaterra , cuyo negocio era la trata de esclavos, los cuales eran traídos directamente de África, se convirtió a Cristo. Al darse cuenta de su grave pecado decidió liberar a todos sus esclavos y servir a Dios. Pero no satisfecho con eso decidió venderse el mismo como esclavo para alcanzar a muchos que no podían ser liberados como los otros. Y así, de esa manera decidió esclavizarse para liberar de las cadenas del pecado a todos aquellos hombres y mujeres que no conocían al Gran Libertador: Jesucristo. 

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De igual forma, Jesucristo hizo un gran sacrificio por toda la humanidad. Siendo libre se hizo esclavo por amor. Tal como los esclavos que por amor a su señor decidían no salir libres. El Señor por amor a su Padre y a la humanidad decidió esclavizarse para liberarnos del pecado, de la muerte y de Satanás. 

 

En Éxodo 21:5-6 leemos: 

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 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;
entonces su amo lo llevará ante los jueces, y

le hará estar junto a la puerta o al poste;

y su amo le horadará la oreja con lesna,

y será su siervo para siempre. 

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Si el siervo decidía quedarse por amor a su Señor, su esposa y sus hijos, entonces tenia que ser horadado, es decir traspasada su oreja como señal de entrega y obediencia voluntaria. De igual manera el Hijo de Dios se hizo Siervo de Dios  y fue horadado por nuestros pecados. 

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En Salmos 40:6 leemos:

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Has abierto mis oídos;

En Isaías 50:5-6 leemos:

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Jehová el Señor me abrió el oído,

y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. 
Di mi cuerpo a los heridores,

y mis mejillas a los que me mesaban la barba;

no escondí mi rostro de injurias y de esputos.

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Y en Salmos 22:16 leemos: 

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Horadaron mis manos y mis pies.

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De esta manera el Señor Jesús se hizo el Siervo de Dios para que nosotros pudiéramos ser libres. El dueño del mundo ´´No vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por muchos´´ El que es igual a Dios ´´se hizo siervo (en griego es DULOS, que quiere decir ESCLAVO) hecho semejante a los hombres''. Jesús mismo participo de carne y sangre, para librarnos de la servidumbre del pecado por temor de a muerte. Cristo entro en la muerte para destruir el Imperio de la Muerte, vencer a Satanás y arrebatar las llaves para para sacar de la esclavitud a todos los que le reconozcan como Señor. 

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¿Quieres ser libre del vicio y del mal?

Virtud hay en El. Virtud en El. 

¿Quieres por El la victoria ganar?

Por siempre virtud hay en El.

 

Hay poder, sí.

Sin igual poder

En Jesús que murió.

Hay poder sí.

Sin igual poder

Por la sangre que vertió. 

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Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.

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Juan 8:36

La Cruz

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Tome su cruz, y sígame…

Marcos 8:34

 

La cruz fue creada para matar, lenta y dolorosamente. Fue creada para infringir dolor y hacer morir la carne mortal. Para someter e inspirar terror. Los romanos la adoptaron como forma de tortura para los rebeldes y malhechores. Morir en una cruz por manos de soldados romanos era equivalente a un infierno en vida. Pues, era considerada la muerte más ignominiosa.  Allí murió Cristo. En una Cruz. De la forma más vil que se puede imaginar. Crucificado en un madero públicamente y de la forma más cruel. 

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Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la calavera…

Juan 19:17

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SU CRUZ- dice Juan. Y es que Jesús hizo de la cruz la voluntad de Dios. Dios quiso que muriera por nuestros pecados y luego de resucitar, presentarse por nosotros ante Dios a fin de justificarnos ante él. Jesús le dio un nuevo significado a la cruz cuando murió en ella. El símbolo de maldición se transformó en símbolo de bendición. El símbolo de muerte se convirtió en símbolo de vida. El símbolo de dolor se convirtió en símbolo de felicidad. El símbolo de desesperanza se convirtió en símbolo de esperanza. Pero, fue dura la tarea que tuvo que realizar. Tomar la cruz significaba, morir. Separarse de su Padre y sufrir solo el dolor agudo de la muerte. Así, murió. En una cruz. Pero… antes de morir nos enseñó lo que la cruz significaba.

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Tome su cruz, y sígame…

Marcos 8:34

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La cruz no ha dejado de ser lo que es. Un símbolo de muerte. De sufrimiento. De dolor. Tal vez muchos lo hayan olvidado. Usando la cruz como símbolo meramente religioso. De tal forma que se ha vuelto vana, irrelevante y liviana. Ya no significa lo mismo. Ya no causa temor. Se ve y se siente tan distinta… su cruz y nuestra cruz. A Cristo le dejamos la cruz pesada de roble y olivo.  Y nosotros tomamos dos paletas unidas con silicón.  La suya es grande y pesada. Y la nuestra está cortada y liviana.  Algunos han lijado la cruz con la música, barnizándola con la poesía y adornándola con el arte. Sus bordes han sido quitados con el duro cincel del ‘‘buen orador’’ y el elocuente discurso del predicador que no ha sufrido la estilla de la voluntad de Dios en clavada en su cuerpo y no lleva las marcas de Cristo. Pero la cruz sigue siendo lo mismo. Una cruz. Símbolo de muerte y dolor. Y eso es lo que Cristo siempre pretendió que fuese. Un instrumento para matar el orgullo y el temor. Un medio para un fin. Hacer morir el YO para hacer vivir el CRISTO EN MI. Matar la carne y hacer vivir el Espíritu.  La cruz, siempre será la cruz. Pero la gloria siempre será gloria. Nada cambia. Solo nosotros. La cruz, sigue en pie. Dispuesta a recibir a los que quieran hacer morir la carne.

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Con Cristo estoy juntamente crucificado,

y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí;

y lo que ahora vivo en la carne,

lo vivo en la fe del Hijo de Dios,

el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

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Gálatas 2:20

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