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La Renuncia de Jesús


Jesús es el ejemplo más grande de renuncia en esta tierra. Dios le envió al mundo para salvar la humanidad, pero no le envió rodeado de delicadezas y beneficios especiales.


Si por algo será eternamente recordado el Hijo de Dios será porque siendo rico se hizo pobre para que nosotros con su pobreza nos enriqueciéramos espiritualmente. La vida de Jesús fue una vida de renuncias constantes. Jesús renunció a sus privilegios como Dios. Renunció a su omnipresencia, a su voluntad, a su gloria. Jesús dejó las comodidades, dejó sus privilegios de rey y Señor. Depuso la corona y no para tomar una más pequeña o menos brillante, sino para tomar una de espinas. No quiso siquiera gloria de los hombres. Abandonó la posibilidad de tener una esposa e hijos. No quiso siquiera reclamar los derechos humanos para él, aun y cuando estaba en todo su derecho. Jesús soltó la gloria y no se aferró a ella. Dejó su manto de majestad y tomó una toalla de siervo. Renuncio a todo honor, reconocimiento y fama, con tal de ver redimidos a los hijos de Adán. Este escritor lo dijo así:


¿Cómo en su sangre pudo haber tanta bendición para mí?

Si yo sus penas agrave y de su muerte causa fui.

¿Hay maravilla cual su amor? Morir por mí con tal dolor.

Hondo misterio. El Inmortal hacerse hombre y sucumbir.

En vano intenta sondear tanto prodigio el querubín.

Mentes excelsas no inquirir y al Dios y Hombre bendecid.

Nada retiene al descender. Sino su amor y Deidad.

Todo lo entrega. Gloria, prez, corona, trono y majestad.

Ver redimidos es su afán los tristes hijos de Adán.

Juan Calvino dijo al respecto:

Para que los hijos de los hombres llegarán a ser hijos de Dios.

El Hijo de Dios llegó a ser el Hijo del Hombre.


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