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500 Años Reforma Protestante


Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Romanos 1:17

No podríamos concebir la historia sin mencionar la vida y obra del Doctor Martín Lutero. En un tiempo de oscurantismo espiritual y decadencia social, Martín Lutero se convierte en un defensor a ultranza de la Palabra de Dios que por entonces estaba tan encadenada como la Biblia que Lutero encontró aquella tarde en la biblioteca del monasterio, la cual también liberó no sólo de manera literal sino de una forma simbólica para dar acceso a los menos privilegiados de conocer el más grande Tesoro dado a los hombres. Pero no sin conflictos y sin luchas, sino con mucha oposición y adversarios, Lutero enfrentó con mucho valor a la misma autoridad del Papa y de la iglesia romana.


Después de 500 años podemos recordar la gran reforma protestante liderada por un hombre que había encontrado su libertad en la Palabra de Dios con aquellas simples pero poderosas palabras del profeta Habacuc repetidas por el apóstol Pablo: ''Mas el justo por la fe vivirá'', la cual de una forma también había esclavizado de alguna manera su conciencia, como el mismo Martín Lutero lo dijo: ''Mi alma está cautiva a la Palabra de Dios''. Así pues, la sola palabra, la sola fe, la sola gracia, el solo Cristo y la sola gloria a Dios vieron su luz para dar paso a una nueva era, una era de libertad de la conciencia, una era de libertad del miedo, una era del evangelio puro y una era de gozo profundo en Dios. Conscientes de la continua reforma que debe proseguir y las luchas interminables que estas implican nuestra confianza sin embargo debe permanecer inalterables en Dios y sus promesas, afincadas eternamente en nuestras memorias, mientras hacemos eco de las preciosas líneas escritas en el himno de Martín Lutero:


Sin destruir la dejará,

aunque mal de su grado:

es la Palabra del Señor

que lucha a nuestro lado.

Que lleven con furor los bienes,

vida, honor, los hijos, la mujer,

todo ha de perecer;

de Dios el reino queda.

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